(Con la colaboración de Xaviera Cabada)
“Si saliera disponible una nueva vacuna la cual pudiera prevenir por año un millón o más muertes infantiles, que además fuera de bajo costo, segura, administrada vía oral, y que no requiera de cadena fría, se convertiría en un imperativo inmediato de la salud pública. La lactancia materna puede hacer todo esto y más….”
Lancet, 1994.
En los últimos seis años la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses ha caído dramáticamente en México para ubicarse como el país que presenta los niveles más bajos en todo el continente americano. Si incluimos al Caribe, sólo República Dominicana se encuentra por debajo de nosotros.
La situación más grave se vive en el medio rural del país donde la lactancia materna era una forma de protección de la salud de los niños y ésta se extendía por varios años, como lo recomienda las Organización Mundial de la Salud. En solamente seis años, de 2006 a 2012, la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida cayó de 36.9 a 18.5% en el medio rural. El riesgo que esto significa para la población rural es enorme. En muchos casos el daño no es sólo a la salud, sino también a la economía de las familias que adquieren leche de fórmula a muy altos costos y la preparan en condiciones insalubres.
En la población en general de nuestro país sólo el 14.4% de los bebés son amamantados de manera exclusiva hasta los seis meses, el 85.6% restante recibe leche de fórmula. Existen numerosos estudios que muestran cómo aumenta el riesgo de contraer diversas enfermedades tanto para el bebé como para la madre cuando no se da la lactancia materna: aumenta el riesgo para ambos de obesidad y diabetes, hipertensión y algunos tipos de cáncer.
En el caso del riesgo de obesidad se ha encontrado que este aumenta al doble cuando el bebé no es amamantado y recibe leche de fórmula. Si consideramos que el 85% de los bebes en México reciben leche de fórmula podemos entender éste como uno de los factores que han contribuido a la epidemia de obesidad que vivimos en el país. Y lo que ha pasado con la lactancia materna nos explica lo que ha pasado con todos los condicionantes que favorecen el desarrollo de la obesidad: la publicidad dirigida a los niños; los etiquetados engañosos en los productos; los alimentos chatarra en las escuelas; la falta de acceso a agua potable en escuelas, centros de trabajo y espacios públicos; la ausencia de orientación alimentaria, etc.
En todos estos casos la causa está en la falta de regulaciones, en la ausencia del Estado, se ha permitido a todo mundo que haga negocio sacrificando la salud, desde los gineco-obstetras y los hospitales que favorecen la cesárea y la leche de fórmula, hasta las grandes empresas procesadoras de alimentos y bebidas que deterioran los hábitos alimentarios de la población con la omnipresencia de sus productos, su invasiva publicidad y sus etiquetados engañosos.
En el caso de la lactancia materna, México ha tomado compromisos internacionales que no ha cumplido. Desde 1981 fue establecido el Código Internacional de la Comercialización de los Sucédanos de la Leche Materna en el que se establece fuertes controles para la comercialización de estos productos, los que conocemos como fórmulas lácteas para los bebés.
El código establece la regulación de la comercialización de las fórmulas sustitutas de la lactancia materna, leches de seguimiento, otras leches, jugos y tés, cereales y mezclas de vegetales, biberones etc. Establece la prohibición de muestras gratis a madres, familias o trabadores de salud. Tampoco puede haber promoción de productos a través de mostradores, carteles, calendarios
El cumplimiento de los códigos internacionales y la implementación de los programas recomendados internacionalmente han marcado la diferencia en países como Brasil donde desde los años ochenta se han implementado diversos programas logrando aumentar el periodo de lactancia materna de dos a 14 meses en promedio en un periodo de poco más de 20 años.
La Red Internacional para la Acción en Alimentación Infantil, una red de organizaciones no gubernamentales libres de conflicto de intereses, ha generado un indicador internacional para evaluar la aplicación de la Estrategia Mundial para la Alimentación de Lactantes y Niños Pequeños en los diferentes países, estableciendo una escala del cero al 100. A México se le otorgan 31 puntos, el país con el menor puntaje en todo el continente. En el reporte de esta red internacional del 2012 se enlistan 39 países, de estos sólo Indonesia, Taiwan y Cabo Verde reciben una puntuación menor.
Las cifras, por sí mismas, evalúan el desempeño de las autoridades de salud del país y al gobierno federal. Los únicos beneficiarios de esta situación son las grandes empresas productoras y comercializadoras de sucedáneos de leche materna que han encontrado en nuestro país el paraíso para sus negocios, al igual que lo han hecho las refresqueras y las grandes empresas productoras de comida chatarra.